miércoles, 30 de marzo de 2011

Danza con el esqueleto...

Alguna vez fuiste humana
Alguna vez toqué tu piel
Suave y tibia...

Ahora eres parte de un recuerdo enquistado
como un tumor en mis pensamientos.
Me ahogo en situaciones que ya pasaron
Cayendo en un pseudo trance paralelo
a mi existencia.

Siento roces de piel muy lejanos,
que intentan alejarme de mis memorias.
Pero no puedo despertar de este sueño
endulzado.

Soy consciente de que es un sueño... un recuerdo...
pero no quiero salir de él...


domingo, 20 de marzo de 2011

Faith...

Había llorado mucho y no me quitaba aún el dolor que sentía.
Tenía una necesidad de aferrarme a su cuerpo gélido y putrefacto, pues me reconfortaba tocarlo.
Unos cuantos cruzados estaban a mi alrededor llorando por su partida, y aunque permanecían con un rostro inexpresivo, las lágrimas corrían por sus mejillas sin detenerse.
Era el mejor de todos nosotros; un santo, un noble y fiel guardián de Dios, quién en su vida se dedicó a eliminar diablillos y expulsar demonios que poseían a personas inocentes, hasta que se enfrentó a Calamidad: un demonio de tamaño gargantuesco, cuyos dientes eran enormes, reflejando una boca babeante y de horrible sonrisa. No tenía ojos, pues se los había estirpado él mismo, dejando unos profundos orificios que cubría con cadenas que pasaba desde sus orejas a sus parpados, patas de cabra y brazos infectados de lepra.
¿Quién se podría enfrentar a una abominación de tal tamaño?
Ya no quedaban esperanzas... El mejor había caído. Sólo podíamos esperar nuestra muerte, pues a nuestro alrededor, merodeaban miles de criaturas demoníacas, muertos vivientes y otros espectros diversos.
Para mayor desgracia, Calamidad había llegado a la zona donde estabamos resguardados y percibía nuestra respiración... no les costó mucho ordenar que decenas de sus criaturillas se abalanzacen sobre nosotros y fueran dando muerte a los pocos que ibamos quedando.
Finalmente, sus alimañas lograron capturarme y llevarme junto al cuerpo del santo hasta sus pies.
No puedo olvidar su sonrisa vil y plena de morbo, pensando quizás en lo que podría hacer conmigo...
"¿Aún te aferras a un hombre ya muerto?" Me preguntó al ver que yo no soltaba el cadáver de mi amado.
No respondí nada... Sólo podía llorar y rezar en mi mente por un milagro. ¿Era acaso éste el destino que Dios nos tenía a todos preparados?
Fue entonces, que sus alimañas me separaron a la fuerza del cadáver y me sostenían, mientras yo gritaba e intentaba en vano zafarme.
Calamidad se acercó a los restos de mi amado y lo levantó con dos de sus asquerosos dedos. Lo acercó a su boca... Y lo masticó...
Vomité al ver la escena. No podía creer lo que mis ojos veían. El demonio saboreaba la carne semipodrida con su boca y sus esbirros reían al ver cómo reaccioné.
Entonces, ocurrió algo inesperado. No sabría describirlo como coincidencia o milagro, pero Calamidad comenzó a actuar extraño. Dejó de respirar súbitamente y se llevó sus garras a la garganta, tratando de escupir la carne que se había tragado.
Sus esbirros, asustados, no supieron que hacer. Comenzaron lentamente a retroceder, hasta que finalmente se echaron a correr hasta desaparecer entre medio del campo.
Yo me mantuve atónita frente a la escena. Frente a mis ojos, el monstruo se estaba muriendo.
Cayó de golpe al suelo, aún con arcadas y apretándose firmemente la garganta.
Irónicamente, el santo había dado muerte al demonio, ya estando él mismo muerto.
Después de unos minutos, logré finalmente incoporarme y pude dedicarle un tiempo a mirar el cielo...
"Gracias..." Fue lo único que le pude decir...