martes, 20 de octubre de 2009

Cuando te vi...

Conocí primero tu voz... Una voz varonil que parecía simpática, burlona y desinteresada en mi existencia.
Cuando me escuchaste hablar, respondiste "...¿Y esa voz?" con cierto tono galante y burlón, que me incomodó un poco, pero no dejó de agradarme.
Con el tiempo, supe que te gustaba salir, tomar y fumar... Tres cosas que a mí nunca me han llamado mucho la atención, por ende, siendo la contraparte de esas tres cosas, supuse que tampoco yo te llamaría la atención.
En una oportunidad, logré intrusear en tu espacio privado y observar unas fotos que tenías por ahí. Miré unas cuantas fotos, pareciéndome atractivo lo que veía, pero me salí rápidamente, pues me daba vergüenza estar observando fotos de personas que no conocía y que tampoco fuesen mis amigos.
Recuerdo que una vez, intentaste ser más amistoso conmigo y conversaste un poco más mientras jugaba con mi hermana en el computador... Fue incómoda la situación, pues mi hermana te encontraba loco y yo no sabía realmente de que hablarte que no te aburriese... Resultó en un monólogo mientras jugábamos los tres, que al final se disolvió cuando llegó un amigo tuyo y pudiste escapar de la situación.
A veces bromeabas con invitaciones a carretear, tomar algo, salir, celebrar un asado o cumpleaños, pero a todas me negué a asistir. En parte, por miedo y por otra, porque me parecía que no iban en serio dichas invitaciones. Luego de varias insistencias, finalmente asintí en que quizás iría a un asado, cuya fecha estaba por confirmarse, aunque la invitación en esa oportunidad no fue directa, sino que generalizada a todos los que jugaban en esa época con nosotros. Me interesé en asistir a dicho asado a partir de que un amigo de Calama también viajaría y quería finalmente conocerlo, tras 7 años de puro contacto cibernético.
Un tiempo después, tuve un accidente y me fracturé un hueso de la mano, por lo cual tuve que renunciar a jugar por un tiempo de la forma en que lo hacía en el computador y dudé en asistir bajo esas condiciones... Se lo dije a un amigo en el juego. Y a los minutos después, recibí una llamada telefónica en mi celular proveniente de ti. Debo confesar que me desconcertó la sorpresa, pues nunca te había dado mi número telefónico y tampoco pensé que te importaría mi persona de esa forma, como para haberme llamado y preguntado por mi salud...
Después de esa llamada, recibí unas cuantas más hasta antes del día del asado, donde viajaría a Santiago y podría verte finalmente a la cara.
Cuando ese día llegó, bajé del bus en la estación Pajaritos de Santiago en compañía de mi hermana, buscando entre todas las miradas alguna que me pareciese familiar.
Estuvimos uno o dos minutos paradas mirando hacia todos lados, hasta que divisé alguien que se aproximaba con el celular en la mano hacia mí a paso seguro...
Lo miré de pies a cabeza, algo nerviosa pero intentando disimular desinterés, saludé de forma poco efusiva y con un gesto extraño en la cara, que al parecer, notaste.
Me llevaste hacia tu auto, guiándome en el camino sin mirarme, aparentemente, desinteresado también por la presencia de mi hermana y la mía. El amigo que te acompañaba, me abrió la puerta y recuerdo que te dijo maleducado, por no hacerlo tú(LOL), a lo cual atinaste a sólo un "neh..." .
Una vez dentro del auto, me di cuenta que te gustaba la velocidad y el volumen. Escandaloso, acelerado, muerto de la risa conversando con Oscar... Y yo en silencio, observaba los paisajes que ofrecía Santiago, el cual apenas conocía.
Anduvimos por calles que desconocía y conocí distintas personas, pero ninguno de ellos me parecía ese amigo que yo esperaba que viniese de Calama.
En algún momento te acercaste a conversar con nosotras y se me ocurrió hablar acerca de mi amigo en Calama. En ese instante, tu semblante cambió y me confesaste que él no vendría, según lo que él mismo informó ese mismo día en la mañana y que no habías querido decírmelo.
Cuando escuché esa noticia, sentí un pequeño escozor en mi espina dorsal y un nudo gigante en la garganta que me dieron ganas enormes de llorar... Cambiamos rápidamente el tema, y traté de olvidarme un poco del asunto, aunque ya mi motivación para estar ahí se había perdido...
Notaste mi cambio de humor y ofreciste llevarme en ese mismo instante de regreso a Valparaíso. Frente a ese ofrecimiento, abrí los ojos y de forma mecanizada dije que no. Había hecho notar que los demás poco me interesaban y eso no era cortés.
Tras el paso de la noche, logré distraerme un poco con el asado y las conversaciones de los distintos invitados. Noté que me hablabas mirándome a los ojos sobre distintas anécdotas, pero nada más en particular.
También noté que hablabas mucho acerca de una exnovia tuya y las anécdotas que tuvieron juntos, por lo cual me dio la sensación que aún estabas enamorado de ella y, por lo tanto, si en algún momento tuve una idea vaga de que te agradaba en otros sentidos, se había esfumado.
Finalmente, me alojaste en tu casa y antes de irme a acostar, me quedé platicando unos momentos con tu hermano pequeño que estaba fascinado con mostrarme diversos videojuegos de lucha. En ese momento sentí como te recostaste por un rato en la cama donde estaba tu hermano y yo, sacándole una foto a mi mano fracturada.
Al día siguiente, me llevaste al terminal en auto y me despedí de ti y unos amigos tuyos que se habían quedado a alojar en tu casa esa noche también.
En el bus, con mi hermana conversamos sobre la experiencia, con un cierto gustillo a tristeza por no haber visto a Jose (mi amigo de Calama). Entre medio de la conversación, saliste tú a colación, siendo catalogado como: Alocado al volante, aunque simpático y cordial. Pero a pesar de todo, ambas concordamos en que no volveríamos a asistir a ningún otro asado, dada la mala experiencia con Jose.
Recibí en el bus unas llamadas tuyas, las cuales al inicio no quize contestar por mi bajo estado anímico por lo sucedido, pero llamaste tantas veces, que finalmente contesté y me enteré que te habían pasado una multa por mal estacionarte al momento en que nos fuiste a dejar al terminal.
Si en el viaje me sentí deprimida, me sentí aún peor cuando supe eso. La culpabilidad por haber producido tantas molestias me carcomía, convenciéndome aún más de que no volvería a viajar a Santiago por la vergüenza.
Tras ese día especial, tu actitud comenzó a cambiar hacia mi persona. Recuerdo que me agregaste a messenger, empezamos a platicar más de lo habitual, dejaste de fumar y tomar por tu cuenta, me llamabas con cierta regularidad al celular o me enviabas mensajes de textos y, poco a poco, nos fuimos haciendo buenos amigos.
Finalmente, en una de nuestras conversaciones, confesaste que sentías algo por mí, diferente a lo que era una simple amistad, lo que se había arraigado desde hace mucho tiempo, incluso antes de conocerme ese día en el asado.

Después de todo... No fue mala idea hacer un leve sacrificio y asistir a aún evento social más allá de mi región (lo cual, nunca me había atrevido a hacer)...
No pude encontrarme con un viejo amigo, pero gané mucho más que eso... Encontrar a mi verdadero amor

2 comentarios:

darkrfa dijo...

ve que lo encontraria algun dia =) felicidades

Katya dijo...

Hola Miss! me entere de este su blog y me encanto leer que ya encontro a alguien digno de su amor n_n que felicidad. Espero que sea muy feliz.

Idkie